lunes, 10 de enero de 2011

Cuando la medicación es lo que enferma

La Ritalina se emplea en los síndromes de hiperactividad o falta de atención en niños. Pero un especialista de la OMS explicó a Infobae América que muchos diagnósticos son erróneos y causan sobremedicación con un fármaco que deja graves secuelas.
Hugo Cohen, asesor en salud mental para Sudamérica de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la Organización Mundial de la Salud, explicó que "el problema actual no es la cantidad de menores que padecen los cuadros sino la cantidad de evaluaciones erróneas".

"Se creó un trastorno que no es tal. Se identificaron unos síntomas que en realidad los chicos no presentan con el agravante que el tratamiento suma una medicación riesgosa", señaló. El especialista en psiquiatría y master en salud pública subrayó: "Entonces son dos los inconvenientes: que a uno le dicen que está enfermo cuando no lo está y que le dan un medicamento que no le hace bien".

Las primeras terapias para los síndromes de atención datan de la década de 1950, cuando comenzó a experimentarse con anfetaminas. Investigadores estadounidenses descubrieron que la sustancia en vez de estimular a los pequeños, los adormecía. Se implementó en los procedimientos para abordar distintas alteraciones de comportamiento. "Sobre la tranquilidad de los niños se construyó una práctica que no resultó la más adecuada, pero se transformó en habitual", indicó Cohen, quien aseguró que van en aumento las consultas de los gobiernos sobre cómo abordar la problemática.

El consumo de Ritalina, que es el nombre comercial en América Latina de la droga metilfenidato, provoca diversas complicaciones, muchas de ellas de por vida. Puede generar anorexia. De hecho, los derivados de las anfetaminas se emplean en los preparados medicamentosos para adelgazar.

Otras consecuencias son el agravamiento de patologías neurológicas preexistentes y la exacerbación de tics. También facilita cuadros cardíacos, como la taquicardia, y casos de hipertensión. "Tomada durante mucho tiempo llega a producir, durante la adolescencia o la adultez, psicosis, porque provoca un daño orgánico cerebral en la corteza irreversible", indicó el experto de la OPS/OMS. "En síntesis, a un niño que no tenía problemas lo transformamos en un enfermo. Es que es algo gravísimo", subrayó.

¿A qué se debe que haya tantos diagnósticos errados?

Se ponen en juego muchos factores. La falta de conocimiento es uno. A eso se suma una presunta respuesta rápida a los supuestos problemas que surgen en las escuelas. Como el niño reacciona inmediatamente a la medicación, queda tranquilo. También existen -y de esto se habla muy poco-intereses económicos de los laboratorios, que muchas veces van aliados a las prácticas profesionales, y así se prescriben medicaciones".

¿Cuál sería el proceder correcto frente a casos de supuesta anormalidad en el comportamiento de los niños?

Cuando un menor presenta una alteración de conducta expresa lo que sucede en el contexto familiar. Si el niño llora o se orina en la cama, hay que preguntarle a la madre cómo está ella, cómo está el marido, cómo es el clima del hogar. Los niños son extremadamente sensibles a este tipo de situaciones y no tienen otra forma de manifestarlo que su conducta. Pero si uno encuentra el problema en esa familia y ayuda a solucionarlo la sintomatología desaparece.

Así como son sensibles al ámbito familiar, los niños lo son también a los problemas en la escuela. Por eso muchas veces, por ejemplo, un cambio de maestra permite una mejoría. Cada uno tiene una necesidad diferente y en un aula superpoblada, como sucede en los países de América Latina, el maestro necesita apoyo para identificar qué demandas enfrenta en su clase.

¿La solución se da en los niveles de interacción de los niños?

Las familias y las escuelas necesitan apoyo, aunque se trata de respuestas que cuesta implementar. Se requiere decisión política, pero también es complicado abordar los contextos íntimos. Es muy difícil luchar contra los hábitos culturales, estamos en una posición de desventaja en el tema de la salud mental. Por ejemplo: se realizan muchas campañas de prevención del consumo de alcohol en las escuelas, pero a la vez la bebida está al alcance de todos. Existen intereses económicos que actúan de manera muy incisiva. Como resultado, los esfuerzos humanos y financieros chocan con la aceptación social de la práctica, y el niño lo ve. Se debe pensar en estrategias que apunten a estas dos cuestiones.

¿Cómo se encuentra América Latina en cuanto a la generación de políticas públicas para afrontar estos problemas?

Argentina ha dado pasos significativos en 2010 con la aprobación de la ley de salud mental. Chile y Brasil avanzaron bastante en la disminución de la brecha entre problemas y servicios. Pero se trata de procesos lentos, cambios culturales que no se hacen de un día para otro.

Desde | Infobae

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