miércoles, 24 de octubre de 2007

Mutismo selectivo

El sufrimiento del que hablamos nada tiene que ver con esos niños para los que el inicio del curso supone un verdadero trauma porque sienten de nuevo una fobia social cuando se les obliga a hablar en público o tratar con adultos con los que no tienen suficiente confianza. Sufren simplemente al pensar en estar mucho tiempo rodeados de un grupo. Enfrentarse a circunstancias así les paraliza.

Los expertos en el tema señalan que un niño con mutismo selectivo es un niño sufriendo en silencio. Nunca mejor dicho. Baste pensar que quizá hasta ahora no hayamos prestado mucha atención a nuestro hijo si con dos o tres años no realiza demasiados progresos al hablar. Eso al menos es de lo que se han dado cuenta los padres de Alejandro al recordar aquella primera conversación en la que oyeron hablar de mutismo selectivo. Su hijo ahora está a punto de cumplir cuatro, y aunque ha avanzado en fluidez y en casa se hace entender, el caso es que se vuelve mudo en cuanto entra por la puerta del colegio, donde obedece a lo que le mandan y juega sólo con un escogido grupo de niños y niñas con los que también habla a duras penas.

El caso de Alejandro es más común de lo que pensamos porque el mutismo selectivo resulta difícil de detectar de modo precoz. Los padres tendemos a pensar que un niño que aún no habla es un bebé que ya se soltará en unos meses y, según va creciendo, pensamos que es un niño muy tímido o quizá más introvertido que los demás. Nos cuesta darnos cuenta de que nuestro hijo, que sí habla con nosotros, tiene dificultades para relacionarse en el parque, en el colegio o incluso con otros miembros de la familia. Sobre todo porque los niños con mutismo selectivo son generalmente cariñosos, mimosos, inteligentes, imaginativos… Y a su vez son tímidos, dependientes y perfeccionistas al límite.

MIEDO A LOS DEMÁS

Cristina, por ejemplo, es una niña de cinco años que no calla a la hora de hablar con sus muñecas, pero que no es capaz de decir una palabra fuera de casa. Lo mismo que Jaime, que con seis años, corre bulliciosamente por toda su casa pero se paraliza, se queda con la mirada perdida, en cuanto tiene que entrar en el patio del colegio.

Para la doctora americana Elisa Shipom Blum, “el 90% de los niños con mutismo selectivo sufren de fobia social”, que es “un miedo persistente a confrontar situaciones en las cuales deben participar o interactuar socialmente y en las que se sienten constantemente observados”, señala.
Por su parte, según el equipo de evaluación e intervención precoz de la escuela del Centro de Recursos de Educación Especial de Navarra, “el mutismo selectivo conlleva altos niveles de sufrimiento personal, y puede repercutir negativamente en el desarrollo social, personal y académico del niño”, de ahí “la importancia de detectarlo y superarlo a tiempo para que no aumenten los niveles de ansiedad”.

No obstante, que nadie se alarme. Una atención y, sobre todo, una comprensión adecuada por parte de familia y profesores suele ser suficiente para que el niño en cuestión supere sus fobias sin tener que lamentar consecuencias más graves. La mayor parte de los niños que sufren mutismo selectivo suelen crecer y desarrollarse normalmente, aunque tarden algo más en madurar. Aunque en España la mayoría de expertos apuntan a que hablamos de un transtorno multicausal, el doctor Lynn Lunceford, psicólogo clínico de la Universidad de San Diego (California) y especialista en el tema (ver www.selectivemutism.net), apunta a que el origen del mutismo selectivo está en “unos genes predeterminados junto a una excesiva protección de los bebés por parte de sus padres”.

SÍNTOMAS DE UN PROBLEMA HABITUAL

Para saber si su hijo sufre mutismo selectivo observe si cumple la mayor parte de estas premisas.
- Incapacidad para hablar en situaciones sociales específicas, especialmente si hay mucha gente.
- Timidez.
- Temor a las personas.
- El niño habla en el hogar con la familia pero no lo hace si hay alguien extraño.
- Sus profesores le comunican que no conocen la voz de su hijo.

PARA AYUDAR EN CASA

Asimismo, para ayudar a su hijo los expertos recomiendan:

1. Escuchar y actuar ambos padres en la misma dirección (sin contradicciones).

2. Animar al niño cuando se decide a expresar algo.

3. No preguntarle si ha hablado en el colegio o agobiarle con el tema.

4. Pensar en juegos o trucos que de alguna manera le obliguen a hablar al tiempo que se divierte.

5. Fomentar su independencia.

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