jueves, 22 de noviembre de 2007

Claudio Naranjo: "La escuela se usa para domesticar"

Hoy imparte en Barcelona la conferencia Cambiar la educación para cambiar el mundo y el viernes presenta en la misma ciudad la fundación que lleva su nombre.

Un niño sabio
Claudio Naranjo (Valparaíso, 1932) es un sabio de rostro algodonoso y polar. Tal vez se dejó barba para disimular su ojos de niño, y sus dientes. Lleva unos zapatos inquietantes, raro cruce de zueco agujereado y chancla. Afirma que los conflictos mundiales no se solucionan con conferencias internacionales de políticos, sino cambiando la educación. La esperanza: nuestros hijos. Para Naranjo, la felicidad es el equilibrio entre el pensar, el sentir y el querer. Y realizar el potencial de nuestro ser.


--Dice que el sistema educativo solo sirve para mantener la sociedad actual. ¿Cómo podemos cambiar el mundo con la educación?
--La educación tendría que pasar de ser un órgano reproductor de la sociedad que tenemos a ser un órgano de fomento de la evolución. Habría que dejar de usar la educación como sistema de adoctrinamiento o de reclutamiento para esa sociedad. Hay un elemento despótico: se usa la escuela para domesticar. Tendríamos que usar la educación para formar seres completos.

--¿Y qué es un ser completo?
--La educación actual solo se ocupa de la mente racional, práctica, instrumental, como si fuéramos solo eso. Se crean seres egoístas y prácticos que no tienen una dimensión del goce de la vida. No parece legítimo educar para la felicidad. Si se calculara el precio de la infelicidad que se crea, se vería lo antieconómica que es nuestra educación. Crea gente infeliz, que desarrolla neurosis y enfermedades psicosomáticas, que no funciona bien en el trabajo.

--Usted no está a favor de las notas.
--El sistema de aprendizaje basado en notas viene a decir que hay que aprender para comerse la zanahoria. Las cosas verdaderas se aprenden por amor a aprender, por amor a la verdad, por deseo de saber. Los niños tienen gran curiosidad, pero se les va matando esa curiosidad cuando se les obliga a repetir cosas aprendidas. Sobre su pregunta anterior, un ser completo no es solo un ser inteligente; también es amoroso y tiene una sabiduría instintiva. Esta sabiduría es sagrada para las culturas chamánicas, que tenían mucho contacto con el animal interior. El alma es como un animal.

--¿Los maestros tienen que estimular al animal interior?
--Sí. ¿Sabe cómo? Enseñando con una actitud amorosa. No siendo explotadores disfrazados de buenos maestros.

--¿Explotadores?
--Le roban al niño muchas horas de su vida durante muchos años de escuela. Lo mantienen en una incubadora, inmóvil en la clase aprendiendo estupideces que poco le van a servir para la vida. La verdad no se aprende en libros que hablan de lo que dicen otros libros. Eso es un conocimiento muerto. No hay prueba científica de que la educación de ahora sirva para el desarrollo de las personas. Por suerte, los niños tienen el buen instinto y sentido que les dice: "Esto no va conmigo, no responde a mi situación existencial".

--Y, además, está el ego. Se nos educa para cultivar el ego.
--El ego es una prisión. Una mente chica. Un tejido de emociones destructivas y carenciales. Por eso, la envidia, el orgullo, son lo que mueve a la mayoría durante la mayor parte de su vida. Hay que conocer al ego para no ser su esclavo.

--¿Cómo es su ego?
--Es un buen burrito de carga. Lo uso para mis tareas.
--Según usted, ¿cuál es el mayor problema del mundo?
--El virus del lenguaje. Se mira todo a través de un exceso de juicios. No vivimos de forma natural, sino a tra- vés de conceptos intermedios, de lo que debería ser y cómo debería ser. Y el dinero. Hoy en día, lo único grande es el dinero. Es como si la gente estuviera loca por el dinero. Como decía Antonio Machado, solo un necio confunde valor y precio.

--¿Qué es lo real?
--La experiencia vivida. Pero la experiencia humana es como la cebolla. Hay cosas profundas y superficiales, incluso en el mundo emocional. Para un místico, lo real es el meollo de la conciencia. El ser es lo real. Y la gente no tiene esa experiencia del ser. La gente busca el ser generalmente donde no está: en el placer, en la intensidad, en tener. Casi toda su vida es un sentido de déficit, porque no saben que existen. Una persona que ha llegado a sí misma es la que ha llegado a saber que es.

--Usted lo descubrió en el desierto.
--Fue la sala de partos. El comienzo de una nueva vida. Yo era un buscador sediento, me había acercado a muchos maestros, pero no había metido la cabeza en el cielo, excepto con algunas experiencias psicodélicas. En el desierto empezó la posibilidad de encontrar una conciencia contemplativa, de entrar en contacto con lo divino, se le llame como se le llame, porque yo no simpatizo con los que hablan de Dios.

--Dios no está de moda.
--Y con razón, porque se ha usado su nombre más que en vano. El nombre de Dios lo han usado mucho los bandidos.

--Y usted ¿qué quiere ser cuando sea mayor?
--Yo ya llegué al cielo, y lo perdí. Me gustaría terminar de volver a la tierra. Sembrar aquí, en la tierra, lo que encontré en el cielo. Yo estoy creciendo, estoy en desarrollo. Por ejemplo, cada vez hablo con más fluidez. También me gustaría tener el corazón más grande, servir más a los otros y estar al servicio de lo que la vida me diga.

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