Los malos hábitos posturales usualmente se originan en la más tierna infancia. Muchas mamás ni siquiera se dan cuenta de que su niño se sienta, escribe, dibuja o juega en una postura inadecuada y menos aún imaginan que la forma de sentarse de su guagua puede incidir negativamente en la mal formación de los huesos de los niños, dando origen a una pisada que va a deformar los huesos de las piernas y que en la medida en que el niño crezca va a ir ocasionando daños mayores, que en algunos casos llegan incluso a ser irreversibles.
Los huesos se desarrollan y crecen a lo largo y ancho, de acuerdo a las fuerzas que ejercen los músculos sobre ellos. A pesar de ser un órgano de sostén y soporte, teóricamente duro, los huesos se van adaptando a los "tironeos" que le ocasionan las partes blandas (ligamentos y tendones) que en ellos se insertan.
Es por esta razón que debemos prestar mucha atención a las posiciones que adoptan nuestros niños durante las actividades de la vida diaria:
1. Sentarse a jugar en el suelo: siempre a lo "indio" en los niños desde los 3 años o con las piernas abiertas y extendidas en el caso de los más chiquititos. Estas posiciones brindan estabilidad y comodidad sin forzar o dañar las articulaciones de caderas y rodillas que son las que más se resienten con las malas posturas. Hay que evitar que los niños se sienten arrodillados con el "popi" apollado en el suelo entre los tobillos.
2. Sentarse a la mesa o a hacer tareas: idealmente, la altura de la mesa debe permitirle apoyar los antebrazos en ella, quedando erguido mirando sobre la mesa. Para lograr esto podemos poner un cojín, ojalá de espuma de mediana densidad para enaltecerlos sin que se sientan inseguros o corran peligro, porque los niños tienden a moverse y pueden caerse si el cojín es demasiado blando o muy curvo y rígido. Para hacer tareas, jugar o dibujar los niños deberían contar con una mesa y una silla adecuada a su altura que les permita, además de lo anterior, tener los pies bien apoyados en el suelo. Esto evita que se se arrodillen o tiendan a sentarse sobre una de las piernas doblada sobre la silla, permitiendo una mejor postura y evitando lesiones en caderas, rodillas y tobillos que suelen verse afectados por este tipo de malas posiciones.
Por ser una buena postura la resultante de un buen hábito postural, es necesario corregir y repetir la conducta una y otra vez, de modo tal que los niños adquieran la costumbre de sentarse bien, tanto en el suelo como sobre la silla, evitando así mal formaciones que mientras más tiempo se mantienen más difícil resulta su corrección.
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