jueves, 31 de enero de 2008

Una pareja estable es sinónimo de una familia exitosa

En toda relación llega el momento de pensar en tener hijos. Qué analizar antes de dar este paso.

El amor, la confianza y el respeto son elementos indispensables para que una relación de pareja se mantenga en el tiempo, pero ¿y la autoestima? ¿El pasado familiar? ¿El grado de conciencia? ¿La madurez?

Cuando una persona se quiere a sí misma y aprecia su valor, tiene autoestima y buenos límites: es capaz de manifestar lo que le gusta y decir NO a aquello que considera va en contravía de su parecer o bienestar propio.

Lo anterior es clave para tener una sana relación de pareja; también lo es evitar ser complaciente y hacer respetar sus derechos, respetando los del otro. Regla de oro: el verdadero amor es la capacidad de relacionarse adecuadamente sin perder la autonomía.

La autoestima y los límites (es necesario nunca sobrepasarlos ni quedarse corto en ellos) se adquieren, al menos en parte, por la influencia de la familia de origen o genograma.

Mediante este, la persona hace un reconocimiento de ‘quién soy, de dónde provengo y qué cosas han influido en mi vida’ y también entiende su manera de relacionarse con los demás y descubre los patrones de comunicación que ha recibido respecto al afecto, sexo, diálogo y manejo del dinero.

Por eso es importante ese pasado: no con el objeto de criticarlo, especialmente a sus padres, sino de encontrar qué elementos de los aprendidos en la crianza afectan negativa o positivamente el vínculo con la pareja. Por ejemplo: si la relación con alguno de los padres no fue buena, es posible que la persona, cuando crezca, desconfíe de los vínculos. De igual forma, si se es hijo (a) de madre o padre alcohólico, esta disfunción puede trasladarse a la relación matrimonial de la persona, repitiendo el mismo modelo al elegir como pareja a alguien alcohólico (a).

Aquí se habla de conciencia y madurez: la capacidad de reconocer los problemas del pasado y la intención de dejarlos atrás para ser alguien diferente.

Antes de tener hijos...

-Primero que todo, es importante saber elegir a la persona con quien se desea formar una familia: aunque es vital aceptarla con sus defectos y cualidades, es necesario mirar su pasado (de la misma forma en que yo miro el mío) y conocerla –de dónde viene, cómo fue la relación con sus padres, hermanos y parejas anteriores, cómo son su autoestima y límites-. Esto da una pista de cómo será la relación en el futuro. Si el hombre o la mujer tienen conciencia crítica sobre el particular, es muy posible evitar que se repitan ciertas conductas.
-Otro aspecto que no debe descuidarse: las expectativas que cada miembro de la pareja tiene respecto al otro y que suelen estar mediadas por la influencia de la familia. Es posible que el hombre, por ejemplo, desee que su compañera se responsabilice de la crianza de los hijos y no trabaje; la mujer, mientras tanto, desea repartir su tiempo entre el trabajo y los niños.
-Cuando las expectativas no se conocen ni se dicen a la pareja, hay frustración. ¿Qué quiere él de mí? ¿Qué quiero yo de él? Es posible que alguno de los dos busque encontrar en el otro esa persona que va a llenar las carencias que le dejaron sus padres. Si no lo logra, va a responsabilizar a su esposo (a) por dicho fracaso.
-Ojalá la pareja no sea muy joven cuando encargue hijos. En este caso, generalmente, tienden a tener muchos problemas porque no han vivido lo que deben vivir, no son responsables, carecen de autocrítica y no saben qué hacer.
-Aprender a manejar la soledad. Algunas personas temen quedarse solas, muchas veces por problemas de autoestima. Nadie les ha enseñado cómo aprender a vivir sin pareja, lo cual también es una opción. ¿Quién soy yo sin mi pareja? ¿Cómo me comporto estando solo(a)? Si la respuesta al primer interrogante es una persona desprotegida, no es momento de pensar en concebir un hijo.
Un tiempo prudencial para compartir en pareja es una manera de fortalecer la relación y pensar con calma la llegada de los hijos.

Relación antes de ser padres

-Un ‘buen nido’: la construcción del amor se hace desde el momento en que la persona decide convivir con alguien y cuenta con elementos como el respeto, el cariño, la ternura, la confianza y el trabajo en equipo.
-Buena comunicación: hay que validar las diferencias de pensamiento y los sentimientos. Cuando esto no existe, ello da lugar a ironías, descalificaciones, subvaloraciones, agresiones de todo tipo, silencio castigador, dobles mensajes (una cosa se dice y otra se hace), manipulaciones y agendas ocultas. Vivir con los problemas del pasado afecta seriamente la relación.
-Buen sexo: no se trata solo de genitalizar el vínculo, sino de tener espacios de placer y de buen humor.
-Manejo del dinero: el poder se reparte por igual y existen bienestar e independencia económicos.
-Equidad: ambos tienen los mismos derechos y deberes.

Por qué tener un hijo

Primera premisa: no hay que concebirlo pensando hacer de él lo que yo no pude ser.

Segunda: tener un siguiente hijo para que sea la compañía del mayor.

Tercera: no debe nacer por el temor a quedarse solo en el futuro.

Cuarta: tampoco el hijo debe ser la tabla de salvación para una relación conflictiva.
Un hijo se planea y desea con amor, no por conveniencia. Este es la continuidad del proyecto de vida en pareja y una nueva familia no se improvisa sino que se planea, construye y cultiva. Debe ser una decisión consciente, no para darle gusto a la pareja.

Hay que estar preparados para ello y conocer qué implica la llegada de un tercero al seno del hogar. En Estados Unidos, por ejemplo, uno de los primeros motivos de separación es el nacimiento del primer hijo. Si la relación de pareja no está fortalecida, no se ha hecho nada por construir el amor, se desconoce que un bebé demanda atención las 24 horas del día y que ambos deben turnarse para su cuidado, el vínculo corre el riesgo de romperse.

A veces, las mujeres ‘abandonan’ a la pareja porque se dedican solo al recién nacido e, incluso, no le permiten al compañero compartir las ponsabilidades del cuidado del menor.

En general, a los hombres les gustaría formar un hogar como parte de su proyecto de vida, mientras que muchas mujeres piensan que su proyecto es el hombre.

En una relación se debe ceder, tener expectativas reales, confiar en el otro, comunicarse, expresarse afecto, tener buen sexo y manejar por igual el dinero.

Asesoría: Nelly Rojas de González, sicóloga y terapeuta de pareja. Autora de libros como: 'Ser amigos para ser amantes' y 'El amor se construye'.

Andrea Linares G.

Univision
www.mamasybebes.com.ar

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