Sobre las 4 de la tarde, llega la hora de merendar. Vuelta a empezar con el ritual. Mamá ha preparado esta vez a Juan unos trocitos de fruta, por ejemplo pera, y dos galletas.
• En el mismo lugar donde antes le dio la comida, mamá sienta a Juan en su sillita, le pone delante el plato y, mientras le coloca el babero, le explica qué va a merendar y lo buenísimo que está. Y durante los próximos 3 minutos intenta darle la merienda, con tranquilidad. ¿Qué puede ocurrir esta vez? Que durante los 3 minutos siguientes el niño coma y, pasado ese tiempo o un poquito más, haya dado cuenta de su merienda. Se da por finalizada y ahora habrá que esperar hasta la cena para comprobar si ha asimilado la pauta y la sigue practicando.
• Si por el contrario, transcurridos esos 3 minutos, no ha tragado nada o casi nada, le retiramos el plato, lo sacamos de su sillita y nosotros, durante otros 3 minutos, nos dedicaremos a cualquier otra cosa, sin prestar atención al niño. Como si realmente hubiera merendado. Pasados los 3 minutos, iniciamos de nuevo el proceso. Insisto: con maneras suaves, como si no hubiera ocurrido nada antes. Sentamos al niño en su sillita, le colocamos el babero, le explicamos qué es lo que tiene delante en el plato. Esta vez, dedicaremos 4 minutos a intentar que se «enganche» al hábito de abrir la boca y tragar cada vez que le acercamos la cuchara llena. Si vemos que se comporta bien, seguiremos dándole de merendar hasta que se lo termine. Si no es así y sigue resistiéndose a tragar cucharada, pues… pasados los 4 minutos recogeremos los trastos, bajaremos al niño de la sillita y nos dedicaremos a otra cosa. Y todo esto, sin perder los nervios. Ahora esperaremos 4 minutos antes de volver a comenzar con el ritual.
• Cuando hayan pasado, por tercera y última vez reanudaremos el intento. Siempre con calma y utilizando todos los objetos que queremos que asocie al acto de comer: el niño se sentará en su sillita, llevará el babero y delante de él tendrá su platito, su cuchara y su vaso. Durante los próximos 5 minutos acercaremos la cuchara con la comida hasta su boca y veremos cómo reacciona. Puede que ahora empiece a comer bien y si, cuando ha pasado el tiempo, aún le queda comida, esperaremos a que se la termine. Pero si no ha querido comer, damos por finalizada la merienda. Hasta la hora de la cena no intentaremos volver a poner en práctica el método. Nuevamente, es muy importante que en las cuatro horas que faltan para que llegue la cena no se dé nada de comida al niño, aunque monte una pataleta. En cambio, sí que se le dará agua si tiene sed.
Desde | www.mamasybebebes.com.ar
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