Organizar las fiestas de fin de año nunca fue tarea sencilla. Pero hoy las cosas se han complicado aún más. Ya no se trata solo de ver qué nos toca aportar a la mesa salada o dulce de Navidad o Año Nuevo. O de arreglar con qué parte de la familia hacer cada brindis. Prepararse para las fiestas también implica negociar con ex maridos y ex esposas sobre cómo se repartirán los hijos durante esos días. Los tuyos, los míos y los nuestros, entonces, se encuentran al pie del árbol navideño. La mezcla le da un color especial a los festejos. Llegando incluso a forzar combinaciones increíbles.
Marina T. era viuda, vuelta a casar y divorciada. Tuvo hijos en sus dos matrimonios. Y además casi había criado a los de su último marido (cuando se fueron a vivir juntos, las dos niñas de él eran menores de 5 años).
Había años en los que la casa se llenaba de gente. Pero había otros en los que a los hijos que tuvo con su primera pareja les tocaba ir con sus abuelos paternos. A los de su segunda "administración", ir con su padre. Y terminaba compartiendo la noche con las chicas de su ex y su madre, con la que gozaban criticando al hombre que las había abandonado a ambas.
Un año dijo basta y propuso "libertad de elección". ¡Basta de ir con quien te "toca"! Los chicos, los de todos, ya estaban en edad de decidir con quién tenían ganas de pasar las fiestas. Era hora de que los adultos se hicieran cargo de las relaciones que habían construido con sus familias. Y se entregaran a la crueldad que puede tener la verdad en manos de alguien a quien hemos ayudado a crecer.
Desde | Yahoo Mujer
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