lunes, 17 de agosto de 2009

Los nueve meses de papá

“Estamos embarazados” es la frase que cada vez más parejas eligen para dar la gran noticia. Y aunque el bebé crezca en la panza de mamá, el cuerpo de papá también acusa recibo. Un fenómeno conocido como Síndrome de Couvade.
Náuseas, vómitos, mareos, aumento de peso, cambios de ánimo… los hombres también se “embarazan”, o al menos manifiestan los mismos síntomas que sus mujeres. Varias teorías intentan explicar este síndrome, tanto desde la psicología como desde la medicina, porque cada vez más hombres transitan el embarazo de su pareja en carne propia.

“Hoy en día, los roles se han transformado. La mujer, que sale a trabajar, dejó ese espacio de intimidad y de resguardo dentro de su hogar. Esto hizo que los hombres empezaran a tener un rol más participativo en la crianza primero, y después en el embarazo y en el parto de sus hijos. Buscan estar más cerca de sus mujeres. Muchas veces lo hacen a través de la identificación” sostiene la Lic. Analía Mitar psicóloga especialista en familia y crianza.

Existen dos enfoques diferentes en torno al Síndrome. Uno ubica las causas en los cambios hormonales y el otro desde el punto de vista psicosocial. Pero para la Dra. Sandra Susacasa, obstetra de la Maternidad Sardá, este fenómeno pertenece a la esfera psicofísica, con un componente emocional que viene determinado por la imagen que tiene ese papá acerca de su rol como progenitor, como cuidador de ese embarazo, como compañero de su pareja.

“Tiene mucha relación con la empatía o conexión simbiótica que haya desarrollado con la mamá y el bebé. Comprende cambios en el comportamiento relacionados a aspectos tales como la presión social ante la paternidad y procesos psicosociales de adaptación a una nueva situación”, afirma la doctora.

A menudo, los síntomas expresan el temor a la nueva responsabilidad que enfrentan los futuros papás. Según Mitar, el rol de la paternidad se construye más lentamente que la maternidad: “La mujer tiene nueve meses de cambios físicos y emocionales para poder entender todo este proceso. El hombre queda un poco descolocado, por eso esta identificación ayuda a que se sienta más cerca”. Además, los celos también juegan un papel relevante. Aunque sea difícil de entender –y de asumir– muchas veces el padre está celoso de su hijo, porque todavía no puede sentirlo como propio. Al principio, para él es sólo un bebé que se lleva toda la atención de su mujer. Pero esto cambia cuando el vínculo se materializa y el varón ejerce en la práctica la paternidad.

Aprendiendo a ser papá

Este síndrome es casi exclusivo de los papás primerizos, lo que no es casual, ya que, por tratarse de una experiencia totalmente nueva, hay mucha expectativa. Cuando ya hay otro hijo en la casa, en general el hombre vuelca toda su atención en éste, mientras la mamá se encarga del segundo. Los síntomas del “papá embarazado” aparecen después de los primeros meses de gestación, cuando la panza delata que efectivamente un bebé está en camino y, con él, los roles paternos que la pareja tendrá que desempeñar. “Por otra parte, las variaciones individuales que se presentan son habituales y pueden colaborar en la aparición del síndrome: no se comporta de la misma manera un hombre que junto con su pareja ha perdido varios embarazos que aquél que se presenta ante el reto de un primer hijo, o el que enfrenta un embarazo no deseado o no planificado del que sí, o el que siente que no va a poder cumplir con las ‘obligaciones’ que la paternidad conlleva. Es decir que la paternidad, al ser una entidad que se construye tanto individual como socialmente, puede operar como disparador de distintas cuestiones que adoptan la forma de síntomas”, explica Susacasa.

Si bien vivimos un tiempo en que los hombres participan más activamente en la crianza de sus hijos, la protagonista del embarazo sigue siendo la mujer, quien, en definitiva, pone el cuerpo. El hombre “presencia” el parto, pero no lo protagoniza. Sin embargo, esto no significa que no pueda tener un lugar menos pasivo. La Lic. Mitar sostiene que es importante que el equipo médico que asiste a la mujer incluya también al hombre como parte del proceso. Además, la mujer necesita más que nunca de su compañero para que la sostenga en uno de los momentos más importantes de su vida. El parto marca el inicio de un nuevo rol para la pareja, el de padres, y el final de otro, el de pareja sin hijos. Por eso es importante que los dos enfrenten juntos este desafío.

Panza por dos

Las reuniones de amigos son el espacio ideal para que los futuros papás desplieguen todo tipo de orgullosos comentarios sobre su panza, que crece al ritmo de la de sus mujeres. A la mayoría les produce alegría, porque se sienten más cerca de sus parejas y de una situación que sucede en otro cuerpo, pero que los involucra directamente.
Sin embargo no siempre la mujer está feliz con tanta empatía. “Por un lado, ella pierde protagonismo, y encima no se siente contenida. No necesita un hombre que vomite o que se sienta vulnerable, sino que la proteja y la cuide más” sostiene Mitar. ¿Qué hacer ante una situación donde se mezclan sensaciones tan diversas como el enojo y la alegría? Según la especialista es fundamental que la mujer escuche a su hombre, porque más allá de que ella sea la protagonista, a él también le suceden muchas cosas. Necesita sentirse incorporado para la paternidad, y hay que darle ese espacio: “a veces las mujeres queremos que el hombre se haga cargo del bebé como a nosotras nos parece, y si, por ejemplo, le cambia los pañales, estamos atrás supervisándolo. Hay que darle un lugar al papá para que pueda conectarse con ese bebé”.

Ser padres es una responsabilidad tan grande, que muchas veces se reacciona como se puede, y no como se quiere. Poder reconocer lo que le pasa a cada uno es lo que hace la diferencia en la pareja, y lo que les permitirá vivir ese momento con la felicidad que merece.

Desde | Para Ti Mama

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