El reparto desigual de las tareas del hogar influye en la baja natalidad española
Los hombres en España aún participan de forma casi testimonial en las labores del hogar y el cuidado de los hijos, lo que sitúa al país por debajo de la media del mundo desarrollado en igualdad de género y explica su baja tasa de natalidad, asgura un estudio publicado en ‘Journal of Population of Economics’.
“La situación en nuestro país está bastante mal si la comparamos con la de otros países”, asegura Almudena Sevilla, investigadora del Departamento de Economía de la Universidad de Oxford y coordinadora de un estudio sobre la relación entre la división del trabajo doméstico y la formación de la pareja, publicado en la revista ‘Journal of Population of Economics’.
La experta señala en una entrevista con EFE que si bien la sociedad no considera ya que la mujer tenga que quedarse en casa, tampoco es habitual contemplar la posibilidad de que sólo trabaje y no se ocupe de las tareas domésticas, al revés que con los hombres.
El trabajo está basado en 13.567 entrevistas realizadas en 12 países, de las cuáles 1.781 se llevaron a cabo en España. Los resultados revelan que nuestro país ocupa la octava posición en la clasificación de igualdad entre hombres y mujeres en países desarrollados, por detrás de Suecia, Noruega, Reino Unido (incluida Irlanda del Norte, que se examina aparte en la investigación), Estados Unidos, Holanda e Irlanda y por encima de Nueva Zelanda, Japón, Alemania, Austria y Australia.
La puntuación española fue de -0,08, no muy lejos del último clasificado (-0,16) y, sin embargo, a una distancia notable del primero del ránking, Suecia (0,43). En el apartado de conclusiones, el documento apunta que “los individuos que viven en países más igualitarios tienen más probabilidades de formar un hogar”.
Ellas realizan cuatro de cada cinco horas de trabajo doméstico
Encuestas realizadas con anterioridad y que han sido utilizadas por Sevilla en su estudio muestran que las mujeres realizan de media en España cuatro de las cinco horas de trabajo doméstico diario, mientras que los hombres se ocupan de la hora restante.
Además, las madres españolas dedican al cuidado de sus hijos cuatro horas diarias de media de las seis que son necesarias, mientras que los padres dedican a este menester la mitad de tiempo que sus parejas, dos horas. La menor dedicación de los varones a las tareas domésticas tiene relación con el “estigma social” que entrañan este tipo de trabajos, y que sigue siendo mayor en países como España o Italia que en los nórdicos.
“Aunque la mujer hace menos trabajo doméstico que hace unos años, la carga de horas no ha disminuido en la misma proporción que el tiempo que pasa trabajando fuera de casa”, subrayó la investigadora. El estudio nació con el objetivo de “ver qué está pasando con la natalidad en los países desarrollados”. “Había muchos estudios sobre este tema, pero no sobre qué cosas determinan que un hombre y una mujer formen una pareja, y la mayoría de los niños nazcan en ese contexto. Por ello indagué sobre el impacto que tiene la división del trabajo doméstico en la constitución y el mantenimiento de esa unión”.
La principal conclusión es que “toda esta carga que soporta la mujer en España y otros países de sus mismas características puede influir en que la tasa de natalidad sea tan baja”, que en el país ibérico se sitúa en 1,46 hijos por mujer. En su opinión, “también podría explicar que la tasa de participación de la mujer en el mercado laboral en España sea una de las más bajas del mundo desarrollado al situarse en torno al 40%”.
El impacto económico de la natalidad
La investigadora de la Universidad de Oxford recordó que una baja tasa de natalidad tiene un importante impacto económico, ya que conlleva el envejecimiento de la población y ello genera un mayor gasto médico y pone en peligro el sistema de pensiones. Sobre las medidas que ha aprobado el Gobierno español encaminadas a fomentar la natalidad, Sevilla destacó que aunque hayan sido útiles “hay que ir más allá de los incentivos económicos”.
“Por ejemplo -resaltó-, el permiso de paternidad es discriminatorio, porque el padre no puede disfrutar de sus hijos el mismo tiempo que la madre. O con el divorcio, ya que la custodia recae casi siempre en la mujer y no debería ser así”. A su juicio, todas las “políticas de igualdad” aprobadas hasta el momento “parten de la idea de hacer más fáciles las cosas a la mujer en el hogar, en vez de partir de la base de que ambos tienen la misma responsabilidad”.
Desde | Espacio de Fe
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