domingo, 27 de septiembre de 2009

Jugar con los hijos es muy valioso

El juego permite expresar y comprender las emociones. Es un puente por el que los padres ingresan al mundo infantil para compartir sus experiencias...

Dice el psicólogo Lawrence J. Cohen, columnista del Boston Globe, que el juego es la herramienta que tienen los niños para explorar el mundo, para comunicar sus sentimientos y acercarse a quienes les rodean, así como para aprender a manejar las situaciones difíciles. Es por eso que él considera que el jugar con los hijos es tan importante en la construcción de una relación cercana y fuerte.

“A través del juego acompañamos a nuestros hijos en el descubrimiento del mundo, al expresar y comprender emociones complejas, dejar de lado la timidez, la rabia y el temor, descubrir la confianza y respetar la diversidad, aprender a superar la rivalidad entre hermanos y amigos y a cooperar entre todos evitando la lucha de poder”, manifiesta Cohen en su libro ‘Playful parenting’, convertido en ‘best-seller’.

El juego es la esencia de la vida y por eso puede darse entre los padres y los hijos en cualquier momento y en cualquier lugar, no solo en sitios designados para ello ni en horarios específicos. En realidad los adultos no tenemos suficiente espacio en nuestras ocupadas vidas para la diversión y los juegos.

Nuestros días están llenos de estrés, de obligaciones y trabajo duro y por eso solemos sentirnos cansados y aburridos fácilmente cuando intentamos sentarnos en el piso y jugar con nuestros hijos, especialmente cuando esto significa cambiar de ánimo luego de un día difícil en el trabajo o del agotamiento por las labores del hogar y, quizás, por razones como estas nos cuesta tanto jugar con los niños.

Pero si reflexionamos sobre la importancia que tiene para los niños el juego y nos damos cuenta de que a través de esto podemos crear una mejor relación, comprenderemos cuán importante es jugar con los hijos. Recordemos que jugar es divertido y que se supone que pasar tiempo con los hijos debe ser una satisfacción. Está comprobado que los niños preescolares ríen un promedio de 300 veces al día ¿qué pasaría si todos hiciéramos lo mismo? Pues simplemente todos seríamos más felices y estaríamos menos estresados.

Por qué juegan los niños

Unos niños son líderes y otros son sus seguidores, algunos prefieren vestirse con trajes de fantasía, mientras otros disfrutan jugando con una pelota. Pero virtualmente todo niño tiene un instinto por el juego que brota inmediatamente luego de que nace y que llega a su madurez cuando tiene 2 ó 3 años. Jugar es posible en cualquier lugar y en cualquier momento, es un universo paralelo de fantasía e imaginación al que entran los niños por sus propios deseos.

Para los adultos el juego significa descanso, para los niños es más bien su tarea. A diferencia de nosotros los adultos, los niños generalmente aman esta tarea y muy pocas veces quieren un día de descanso de la misma. Además, para ellos el juego es una manera de comunicarse, de experimentar y de aprender. Cuando un niño no puede o no quiere jugar, de inmediato se reconoce que está sufriendo de un problema emocional, al igual que sucede cuando un adulto no puede o no quiere trabajar o hablar. No en vano en el mundo entero se considera al trabajo infantil como algo abominable, porque significa que los niños crecen sin haber tenido su infancia, sin jugar.

Según Cohen, muchos expertos han descrito el juego como un espacio de magia e imaginación en el que el niño se identifica. Pero si bien jugar es divertido, es también muy significativo y complejo. Mientras más inteligente es un animal, más juega. Cada ser humano aprende cosas nuevas sobre el mundo y sobre sí mismo a través del descubrimiento y de la práctica. Algunos de estos aprendizajes se dan automáticamente, por virtud de estar vivos, pero muchos de ellos se producen a través del juego.

Para elnálisis de la importancia del juego entre padres e hijos, tomemos como ejemplo un juego simple en apariencia, como el que papá lance una pelota para que su hijo la recoja. Con esta simple actividad , el niño está desarrollando la coordinación entre sus ojos y sus manos y también sus habilidades motoras. Padre e hijo disfrutan de este acercamiento, el niño practica algo nuevo hasta que lo domina y lo demuestra con amplia satisfacción. El ritmo de la bola volando de un lado a otro se convierte en el punto que establece una profunda conexión entre el adulto y el niño y los comentarios de papá: “Buena bola” o “excelente cogida”, construyen la autoconfianza del pequeño.

Jugar es también una manera de acercarse a los hijos y, más importante aún, una manera de reconectarse luego de que se ha producido un distanciamiento. “Los chimpancés se hacen cosquillas en sus palmas especialmente luego de que han tenido una pelea. Los humanos buscamos la manera de acercarnos juguetonamente luego de un enojo. El juego sirve para satisfacer esa necesidad perenne de sentirnos conectados y de buscar afecto”, dice Cohen.

Otro de los propósitos del juego entre niños y padres es recuperarse del estrés emocional. Imaginemos a nuestros hijos que han tenido un día difícil en la escuela y, al llegar a casa, de una manera u otra demuestran que se sienten heridos. Unos quizás hablen del asunto y otros estén irritables y antipáticos. Se encierran en sus cuartos o insisten en que se les dé atención extra. Pero, más frecuentemente, los niños espontáneamente se ponen a jugar para sentirse mejor. Ese es el momento ideal para proponerles jugar juntos pues, con toda seguridad, en medio del juego o cuando se acabe el mismo, nos contarán lo sucedido y podremos darles la ayuda del caso.

Los expertos aconsejan a los padres dedicar al menos media hora diaria a jugar con sus hijos. Aunque parezca poco, será suficiente si ese juego deja satisfechos a niños y adultos y no se hace como algo impositivo sino como algo que los niños buscan en su día para acercarse a mamá o a papá. Diversos estudios demuestran que las familias que han hecho del juego una base de unión en la infancia han tenido menos problemas en la turbulenta etapa de la adolescencia.

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