Bebe Espacio ROBA información de mamasybebesblog.blogspot.com <<--...Con cuatro años de edad tenia muy claro que quería ser comadrona, me gustaba mirar y leer los libros de mi madre, revistas sobre bebés y nacimientos y de niña a menudo iba a ver al hospital a mi madre estando ella de guardia. Ella me enseñaba los bebés, y yo crecí sintiendo el mundo de la maternidad muy cercano. Comencé a ir como auxiliar de clínica de mi madre al hospital en algunas de sus guardias. Allí los partos eran muy medicalizados y la comadrona no tenia mucha autonomía.
A los 22 años tuve mi primer hijo y fué un parto muy duro, largo e intervenido. Tuve la mala suerte de romper bolsa con el cérvix duro, formado y cerrado. Después de 17 horas terminó en espátulas sin analgesia. Lo pasé tan mal que se me pasaron las ganas de estudiar comadrona algun día, yo estaba justo terminando los estudios de enfermería. Le dije a mi madre que eso de parir era terrible y que ser comadrona era un horror, siempre rodeada de mujeres sufriendo y no querría estudiar comadrona. En aquel entonces (1988) se habían cerrado las escuelas de comadronas y de todos modos no se podía estudiar.
Empezé a trabajar como enfermera en hospital. Durante dos años y medio estuve trabajando en Urgencias del Hospital Clínico de noche, era un trabajo muy intenso y yo me sentía a gusto, ninguna intención de cambiar. No me renovaron contrato por estar embarazada al final de mi embarazo y tuve mi segundo hijo en ese hospital en el año 1992, un parto también medicalizado pero eutócico, pedí al ginecólogo que no me cortara la episiotomía cuando le vi la tijera en la mano, pero me la hizo diciendo que no quería que yo tuviera incontinencia urinaria en el futuro. En aquella ocasión mi madre que tambien fué mi comadrona procuró por todos los medios que yo no sufriera tanto y tuve tres dosis de petidina y una peridural que no hizo efecto al final. Mi hijo estuvo ingresado por distress respiratorio a causa de las petidinas durante tres días.
A Finales del año 1993 salieron por fin las pruebas de acceso para estudiar comadrona y yo me presenté "obligada" por mi madre, me insistió tanto que me presenté con la idea de no tener que escucharla, y segura que no superaría ese examen. Se presentaban unas 6000 enfermeras y solo había 120 plazas en toda España.
Mi madre fué a la biblioteca de la Unidad Docente de Bellvitge y fotocopió todas las preguntas y respuestas de las autoevaluaciones de las revistas Nursing y ROL de enfermería y me las trajo en un paquete, me instó a estudiar mucho y me llamaba cada noche para preguntarme si estaba estudiando o no, y como lo llevaba. No estudié mucho, pero lo leí casi todo. En aquella época tenía mis hijos muy pequeños, trabajaba y cuidaba tambien de mi suegro que estaba con Alzheimer terminal en mi casa.
Luego en el examen muchas preguntas las sabía por que estaban entre las que mi madre me fotocopió. Había mucha gente, recuerdo que empezaron a nombrar para entrar a examinarse por orden alfabético, en mi grupo empezaron por la G, y tres cuartos de hora más tarde me tocó a mi: Marcos. Eran aulas enormes, en la Universidad de Arquitectura con capacidad para 250 personas y había por lo menos 8 aulas llenas. Y eso en Barcelona, porque el examen era en Barcelona, Santiago de Compostela o Madrid.
Yo pensaba que sería imposible que yo tuviera plaza para estudiar matrona entre todas esas personas.
A las dos semanas supe que SI!! tenía el número 60 de orden!! La número 1 de examen de toda España sacó 80 preguntas bien de las 100 (eran muy enrevesadas, aunque lo supieras no lo acertabas), yo saqué 75 bien y 25 mal porque las contesté todas.
En marzo de 1994 fuí con mi madre a Madrid a escoger el destino, y el 1 de abril empezé mi formación de dos años. Me formé en el Valle Hebrón de Barcelona.
Mi formación fué muy dura, en este centro los partos son muy medicalizados e intervenidos, la autonomia de las matronas raya el 0 y la frase "Esto no es mi trabajo y no tengo por que hacerlo" flotaba en el aire.
De entrada el inicio de la nueva formación de comadronas estaba boicoteada por la SEGO, cuyo presidente era el Jefe de Servicio del hospital donde yo estaba. Me prohibieron asistir ningún parto y "ponerme un guante", me escondieron las primeras semanas en la sala de Monitorización. El ambiente se fué relajando poco a poco por que yo colaboraba mucho con el equipo. Había mucho trabajo y necesitaban manos, yo hacía todo lo que podía. Llegué a asistir 8 partos en ese período.
En el mes de septiembre se levantó el boicot y pude asistir más partos, pero cada uno era una pelea, por que siempre ponían a los residentes de gine de primer año por delante. Muchas veces tenía que esconderme en los lavabos a llorar de desesperación. Nadie del equipo se hacia cargo de mi formación. Las comadronas estaban despechadas y excepto unas pocas que me cuidaron bien me trataban como una intrusa. Entonces lo que sé de partos me lo enseñaron los residentes de obstetricia.
En este hospital la norma es la monitorización interna y todas las cabecitas de los bebés la sufrían. Hoy en día me arrepiento terriblemente, pero debido a ello monitoricé internamente cientos de mamás, no me quedaba otra, yo allí no tenia ninguna autonomía y solo cumplia órdenes. Yo al menos lo intentaba hacer con el máximo cuidado. También se revisaban todos los cérvix después del parto, fueran partos eutócicos o instrumentados, y tuvieran o no las madres anestesia peridural. Ponían valvas en vagina y tiraban del cervix con pinzas de Foster. Esa manera de trabajar no la he visto nunca luego en otros centros hospitalarios donde he trabajado.
Terminé mi formación el 30 de marzo de 1996 teniendo muy claro lo que yo no haría jamás a una mujer de parto.
Empezé a trabajar en un hospital comarcal a 20 km de mi casa (Parc taulí de Sabadell) donde la autonomía profesional de las comadronas era mayor. Todos los partos normales por norma eran de comadrona. Habia muy buen ambiente y yo estaba muy contenta. Hice suplencias en cuatro hospitales más pero mi contrato más largo era en este hospital.
Yo era entonces una defensora a ultranza de la lactancia materna y estaba metida en asociaciones pro-lactancia, tuve mi tercer hijo en este hospital. Fué un parto natural con las limitaciones hospitalarias: Monitorización continua excepto cuando yo me la arranqué en el pre-expulsivo, via endovenosa, posición para parir semitumbada en litotomia. Al menos no tuve desgarro ni episiotomía y mi hijo pudo disfrutar contacto inmediato piel con piel sin seccionar cordón. Me atendió una compañera que yo había elegido.
Estuve un año dedicada a mi hijo sin trabajar y luego me reincorporé. Me volví más que antes una defensora del parto natural y pude atender muchos partos naturales en hospital, pero siempre tenía que trabajar defendiéndome y defendiendo a las mujeres. El ambiente no favorecía nada. Mi meta entonces era lograr que los partos en hospital se parecieran lo más posible a los partos en casa. Luego el tiempo me ha demostrado que el parto más natural y menos intervenido en hospital no es comparable a un parto en casa.
Me preguntaban por qué no asistía partos en casa y yo decía que admiraba mucho a los que lo hacían, que eran unos valientes, pero que hasta que las cosas no estuvieran aquí tan organizadas como en Holanda yo no daría el paso.
Sucedió a finales del año 2000 que a causa de una alergia al látex se me denegó la plaza fija en el hospital en que yo llevaba 5 años trabajando.
Me consideraron no apta para trabajar en zona quirúrgica y me daban a cambio una plaza de enfermera en consultas externas del mismo hospital.
Yo me hundí en la desesperación más absoluta. Se me estaba diciendo que debía dejar de ejercer mi profesión, no podría recibir más bebés. Siempre me quedaba la atención primaria, pero....
Recibí muchos apoyos y animos desde la lista de parteras comadronas (era esa la que funcionaba mas fuerte aquellos días).
Pero el email que me hizo ver la luz al final del tunel fué el de Jesús Sanz, comadrón de Tenerife que me lanzó la idea.
Recuerdo que me escribió algo así como: "Ya que no te dejan trabajar en zona quirúrgica, ¿por qué no te vas a zona no quirúrgica? ¡Lánzate a los partos en casa!
Y fué ahí cuando me di cuenta que eso era lo que yo quería hacer y me puse en ello.
Antes de eso llevábamos como mínimo un par de años compartiendo muchas cosas via internet. Gracias a Jesús y unos cuantos más se me abrió delante un mundo que no conocía mucho. Tuve acceso directo a toda la sabiduría de personas como Jesús, como Raquel Schallman, y muchas otras.
Ningún libro de obstetricia me ha enseñado lo que me han enseñado ellos.
Bueno, ahora estoy segura de que alguien allá arriba se lo montó para que yo tuviera alergia al látex. Por que estaba claro que yo tenia que hacer lo que ahora hago.
Es decir recibir la Vida a este mundo de la manera más digna y respetada que se puede concebir.
Así fué como acabé asistiendo partos en casa , y ahora ya llevo unos 250 partos asistidos. Y todos y cada uno de ellos me siguen enseñando. Nunca encontré dos iguales.
He tenido algunas complicaciones y situaciones graves, pero de momento las he sabido resolver y espero que en el futuro podré seguir haciéndolo.
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