En el nacimiento se segregan hormonas que vinculan a la madre con su hijo de una forma que no lo permite la cesárea.Verónica llegó de Guadalajara a la ciudad de México en busca de un ginecólogo que hiciera partos. Por increíble que parezca, ella acudió con seis doctores durante su embarazo antes de hallar a uno que no pusiera pretextos para practicarle una cesárea, la cirugía que hoy se realiza para que nazca uno de cada dos mexicanos.
Desde sus primeros tres meses de embarazo a Verónica le dijeron que lo mejor era una cesárea. A sus 29 años, la consideraban una mamá añosa y su 1.55 metros de estatura fue suficiente para afirmar que sería incapaz de parir a un bebé por vía vaginal. Aun así, Verónica no se conformó, decidió que su hija no sería parte de la estadística de los hospitales privados, donde 70% de los nacimientos son por cesárea (cifra hasta 2008), la mayoría mal justificados, a pesar de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que, del total de nacimientos, sólo 15% sea por cesárea.
No son sólo cifras. Detrás de la conocida frase “la cesárea es lo mejor, así no sufre ni la mamá ni el bebe”, hay mentiras y omisiones que sólo le convienen a algunos médicos.
Jesús Luján, ginecólogo obstetra, especialista en medicina de reproducción humana y director de la clínica pronatal (www.pronatal.com.mx/) explica que la esencia de nacer es que el bebé decida cuándo está listo para ello.
“La mortandad por cesárea aumenta cuatro veces más que un parto vaginal. Las mamás pueden sufrir hemorragias con el sangrado de órganos internos, incluyendo el útero; infecciones en la herida quirúrgica que ocurren en 16% de los casos; infección interna del útero, que pasa en 34% de los casos; 16% de infecciones en vías urinarias; lesión de órganos internos y lesión del bebé”, dice.
Además, cuando se interrumpe el parto con una cesárea, no sólo se afecta químicamente el apego entre una mamá y sus bebé, también baja la serotonina, por eso las mujeres que tuvieron cesárea se deprimen tres veces más que las mujeres que pasaron por un trabajo de parto.
La conveniencia de la operación
Pero muchos médicos omiten todas las posibles complicaciones. Ellos nunca advierten a los padres sobre la depresión postparto ni mencionan que los bebés nacidos por cesárea suelen tener problemas iniciales para respirar. Además de que puede ser difícil la alimentación porque tanto la madre como el bebé están afectados por la medicación.
Lujan explica que la gente suele pensar que su médico los tratará como si fuera su familiar y esto es totalmente falso, pues una gran mayoría prefiere invertir un par de horas en una cirugía mayor, como la cesárea, que acompañar a una mujer en ocho horas en labor de parto, además de que se incrementan los costos para los padres y las ganancias para el médico, y por supuesto, el cobro de seguros de gastos médicos mayores.
Cada vez es más difícil para los padres encontrar a un médico ginecólogo que no les mienta por conveniencia.
El ginecólogo Jesús Luján dice que urge recuperar el parto vaginal e informar y educar a los padres sobre los beneficios de nacer por vía natural. La primera razón: el amor. Está demostrado que éste es un asunto químico, ya que en el trabajo de parto varias sustancias, como la oxitocina y los opiáceos, intervienen en el apego de madre e hijo.
El apego mutuo
El amor materno empieza a darse muy pronto a base de hormonas. No es gratuito que la OMS también recomiende que, si están sanos, el recién nacido y su madre estén juntos durante la “observación del bebé”, y que comience el amamantamiento antes de que abandonen la sala de partos.
Lo antinatural es separarlos. Ellos han convivido meses y necesitan reconocerse. Hoy se sabe que la explosión bioquímica del apego moldea el cerebro y deja una huella en la vida adulta.
Amamantar es otro factor importante porque la oxitocina se produce durante la lactancia, pero en 80% de los casos donde se practica cesárea las mamás no amamantan, pues el cuerpo es sabio y si no pasó por un trabajo de parto entonces no prepara las mamas para dar leche.
En los hombres que conviven con embarazadas también aumentan el nivel de hormonas como la oxitocina y la prolactina. A medida que avanza el embarazo pueden tener hasta 20% más de lo que producían semanas antes del parto. Estas hormonas ayudan al papá a querer al bebé; además, aunque la lactancia sólo pueden hacerla las mujeres, los padres también segregan oxitocina cuando ponen a sus bebés sobre su pecho.
La preparación para parir
Gretel Zamudio es instructora en psicoprofilaxis (preparación para el parto) desde hace seis años. Explica que en México sólo 5% de los futuros padres se preparan para el parto con cursos educativos, a diferencia de países como Suiza, donde es obligatorio tomar un curso y educarse en el tema antes de dar a luz. Ese país, por cierto, tiene la tasa más baja de cesáreas a nivel mundial, revela.
La instructora cuenta que, durante años, se ha visto el parto como un evento doloroso del que hay que “aliviarse”, además de que se engaña fácilmente a las mamás mexicanas convenciéndolas de hacerse una cesárea porque “es mejor” y se aminora el “sufrimiento”.
“Los doctores fomentan el miedo y hacen que las personas vean al parto como un evento médico y no un evento natural. Por ello las mujeres pierden la seguridad sobre la capacidad que tienen sus cuerpos de dar a luz”, dice.
Zamudio explica que no toda la culpa es de los doctores. Existe el abuso médico porque también hay ignorancia en el tema por parte de los padres. Las rutinas hospitalarias generalmente no hacen agradable una labor de parto y suelen terminar en cesáreas injustificadas.
Jesús Lujan explica que, generalmente, las mujeres llegan al hospital con una dilatación de dos o tres centímetros, cuando se necesitan 10; rápidamente se les pone oxitocina, lo que acelera 5 veces las contracciones. Así, lo que era un dolor soportable se incrementa de tal manera que es necesaria la anestesia.
La mitad de esos bebés no aguantan el bloqueo y lo violento de la aceleración de las contracciones, entonces su presión arterial baja y eso provoca que disminuya su frecuencia cardiaca. En ese punto ya es necesario realizar una cesárea o bien un parto vaginal con desgarramiento vaginal que después hay que suturar.
En carne propia
Hoy, Verónica y Aarón recuerdan su parto como una experiencia de vida. Lo prepararon como si se tratara de una boda, de un evento único e irrepetible. La noche que comenzaron las primeras contracciones la pasaron en casa.
“Cenamos, pusimos música, hicimos ejercicios, los cuales aminoraron el dolor, hasta bailamos juntos, yo sabía que cada contracción me traería a mi bebé y las recibía como eso, como un procedimiento para conocer a mi bebé, no como un dolor insoportable”.
Verónica llegó al hospital a las 9 de la mañana con cuatro centímetros de dilatación. Sólo le faltaban seis para estar en condiciones físicas para recibir a su bebé. Su trabajo de parto duró 17 horas, pero asegura que nunca sufrió.
“Lo mejor que pudimos hacer como papás fue regalarle a nuestra hija la forma tan bonita en que llegó al mundo. No hubo gritos ni quejas por el dolor; no hubo engaños ni alteramos nada. Le dimos su tiempo y nos permitimos vivirlo como queríamos, sin que ningún doctor antepusiera su cartera ante el nacimiento de nuestra hija”, dice Verónica.
Una experiencia inolvidable
Daniela tiene 25 años, dos hermanos y una mamá que tuvo a sus tres hijos por parto psicoprofiláctico. Toda la vida le ha repetido a sus hijos que los partos no duelen y que no son espantosos.
“Hablar de mi parto es recordar quién soy yo verdaderamente desde lo más profundo de mí ser. Ese día descubrí mi fuerza, mi inquebrantable fe, mi belleza interna y la externa, mi esencia y la razón de mi existencia: mi preciosa hija. Mi trabajo de parto fue inolvidable, pues pasé 12 horas llenas de emoción, de nervios y de alegría, pero la palabra que mejor resumiría lo que viví en esos momentos de labor es unión, unión entre mi esposo, mi bebé, mi instructora en psicoprofilaxis (Gretel) y yo”, cuenta Daniela.
Cada vez que ella recuerda su parto se emociona. Esa historia es muy diferente de la que pueden contar millones de mujeres para las que el dolor es parte de lo que significa traer a un hijo al mundo.
Tanto Daniela como Verónica pertenecen a un porcentaje mínimo (5%), que agrupa a los papás que estudian y se preparan para enfrentar un parto.
Desde | El universal
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