El número de lesiones que sufren los niños pequeños causadas por exposición a productos para la limpieza del hogar se ha reducido casi en la mitad desde 1990, pero alrededor de 12,000 niños menores de seis años siguen siendo tratados cada año en las salas de emergencias de EE. UU. por este tipo de envenenamiento accidental, según encuentra un estudio reciente.
La lejía fue el producto de limpieza más comúnmente asociado con las lesiones (37.1 por ciento) y el tipo más común de recipiente involucrado fue la botella de aerosol (40.1 por ciento). De hecho, aunque los índices de lesiones por frascos con tapa y otros tipos de recipientes se redujeron durante el periodo de estudio, los índices de lesiones con botellas de aerosol siguieron igual, informaron los investigadores.
"Tantos productos para el hogar se venden en botellas de aerosol ahora, porque son fáciles de usar para limpiar", apuntó la autora del estudio Lara B. McKenzie, investigadora principal del Centro de investigación y políticas de lesiones del Centro hospitalario pediátrico Nationwide. "Pero por lo general las botellas de aerosol no vienen con cierres resistentes a los niños, así que para un niño es realmente fácil apretar el botón".
McKenzie añadió que los niños pequeños con frecuencia se sienten atraídos a las bonitas etiquetas y coloridos líquidos de los productos de limpieza, y pueden creer que son jugo o agua vitaminada. "Si observa muchos productos de limpieza del hogar en las botellas hoy en día, en realidad es bastante fácil confundirlos con bebidas deportivas si no se pueden leer las etiquetas", añadió McKenzie, profesora asistente de pediatría de la Universidad Estatal de Ohio. De forma similar, para un niño pequeño, un producto corrosivo de limpieza puede parecer un frasco de queso parmesano.
Investigadores del Hospital pediátrico Nationwide examinaron datos nacionales sobre alrededor de 267,000 niños menores de cinco años que fueron tratados en las salas de emergencias tras lesiones con productos de limpieza del hogar entre 1990 y 2006. Durante ese periodo, 72 por ciento de las lesiones ocurrieron en niños de entre uno y tres años de edad.
Los hallazgos fueron publicados en línea el 2 de agosto y aparecerán en la edición impresa de septiembre de la revista Pediatrics.
Para prevenir lesiones accidentales con productos para el hogar, la Academia Estadounidense de Pediatría aconseja guardar las sustancias venenosas en armarios con llave y fuera de la vista de los niños, comprar productos en paquetes resistentes a los niños, mantener los productos en sus recipientes originales y desechar los productos sobrantes o no utilizados de forma adecuada.
"Este estudio tan sólo confirma la frecuencia con que siguen pasando estos accidentes, lo peligrosos que pueden ser para la salud y lo costoso que es tratarlos", señaló el Dr. Robert Geller, director médico del Centro de Control de Envenenamientos de Georgia en Atlanta. "Si se considera que el costo promedio de una visita a emergencias es de al menos $1,000, se está hablando de casi $12 millones al año en costos de salud", explicó.
"Con frecuencia, un niño pequeño se expone a estos tipos de productos cuando alguien limpia y deja una botella abierta en la encimera porque va a seguir usándolo", aseguró Geller, quien es también profesor de pediatría de la Facultad de medicina de la Universidad de Emory. "Así que un buen recordatorio es siempre cerrar el producto completamente tras su uso, aunque piense abrirlo de nuevo en unos minutos".
Eso fue casi exactamente lo que le sucedió a Keegan Ensign, de un año de edad, que fue tratada en el departamento de emergencias del Nationwide a principios de año. "Fue uno de los primeros días bonitos de mayo y todos estábamos fuera, jugando en la acera", contó la madre de Keegan, Tamara Ensign, de 29 años de edad, que tiene tres hijos en Lewis Center, Ohio. "Saqué una botella de jabón de fregar platos porque los niños querían jugar a lavar el coche... lo dejé en la acera y me volteé apenas un segundo. Cuando volví a ver, Keegan sostenía la botella y estaba llorando".
Aunque la madre de Keegan pensó que no había tragado mucho detergente, llamó al centro de control de envenenamientos porque el niño tosía y respiraba con silbido. Preocupado de que tal vez hubiera aspirado algo de detergente a los pulmones, el empleado del control de envenenamientos aconsejó a Ensign llevar a Keegan al hospital.
Afortunadamente, los médicos determinaron que los pulmones del bebé, sus niveles de oxígeno estaban bien y se recuperó por completo, pero Ensign afirma que el incidente fue una alerta. "Dentro de la casa, siempre he tenido cuidado de guardar todo en un armario bajo llave, pero como estábamos al aire libre, en un ambiente distinto, ni me pasó por la mente hasta que era demasiado tarde".
McKenzie aconseja que si no se quiere guardar los aerosoles bajo llave, al menos se coloque la boquilla en la posición cerrada, lo que hace que para un bebé curioso sea mucho más difícil agarrarla y apretar.
Desde | HealthDay News/HolaDoctor
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